28.9.14

EN EL NOMBRE DEL GATO

Él no sabe cómo se llama y quién soy yo para llamarlo. Nombrar algo es siempre una imposición de poder. Como que esto se llama América. Pero si para las personas dominar es una cuestión de convenciones con armas, él es un gato. Nuestro vínculo es de tipo amo–vasallo y mi prerrogativa para nombrarlo no se discute. Incluso si yo tengo correr como desgraciado para darle de comer o implorar por acariciarlo.

Los otros que ponen nombres son los padres pero no es comparable. Ellos tienen nueve meses para pensar. O más, porque algunas personas tienen seleccionados los nombres de sus hijos durante años (¿se los pondrán finalmente, esos nombres guardados?).

Están los nombres de personajes históricos, pensadores, artistas pero no quiero ser tan snob. O lo mediático. Buscar Garfieles o Silvestres actuales es un tatuaje con nombre de novia, no será tan buena idea cuando la serie pase de moda. Fellini estaría genial, si Liniers no lo hubiese usado. Siento que todas las buenas ideas han sido tomadas.

¿Y si le pongo red58? siempre tendría que explicar el nombre. La ruptura por la ruptura misma no lleva a nada, es un infantilismo - ¡tantas veces me ha salvado! - que me niego a ejecutar.

Dicen que nombres comunes de personas no...¡Son tan complicadas las reglas de los nombres! La onomástica y antroponimia fallan sistemáticamente con los felinos. Gato le ponen directamente algunos, pero yo no voy a tirar la toalla. Lo miré y, sabiendo que la originalidad a este punto es imposible, dije: Maula.

El perro se llama Orégano.

21.9.14

♥♣♦☺

Me encanta decir tu nombre.

Me encanta traerlo a colación si es necesario y mejor aún si es innecesario. Basta con que alguien hable y yo sé que en algún momento voy a decir sí, como... y nombrarte.

¿Qué?¿Qué a nadie le interesa y caigo despersonalizada, haciéndote participar en una conversación que no estás manteniendo? No puedo evitarlo. Confieso que es un placer estrictamente personal, algo que tiene que ver con tocarse.

¿Los hombres no nombran sus nombres porque les parece nimio o vergonzoso; las mujeres que hablan de sus nombres, no hacen nada con sus vidas?, ¿cuantas veces me es permitido omitirte o nombrarte, sin caer en alguno de los dos insuficientes rubros?

Me gusta decir tu nombre aún cuando estás a mi lado lo cual es, otra vez, innecesario. Porque aunque a veces digas no sé quien soy, tenés más que claro como te llamás.

A pesar de estas adversidades, voy a seguir con mi ejercicio de invocación. Como la poesía, que no tiene miedo de las repeticiones porque con ellas no busca informar sino dar ritmo, porque con ellas no busca informar sino dar belleza. 

Pienso en la máquina de la terminal, que me mira cuando te voy a buscar, que te mira cuando me venís a esperar. Un rectángulo de vidrio para ganar peluches. Sólo que esa mano metálica es mezquina mientras que tu nombre en mi boca nunca falla. Estoy frente a una dimensión desconocida, en donde la tostada no cae de queso al piso, en donde la empresa telefónica brinda soluciones, en donde las soluciones no generan nuevos problemas, en donde las relaciones a distancia funcionan...en donde las relaciones funcionan (punto) Te agarro entero con tu nombre.

14.9.14

A QUIEN LE TOQUE EL LAUREL

Gael García Bernal - "La mala educación" (2004)

                                                                  
- ¿Ya es veintinueve?

- No, catorce.

- Ah, por los ñoquis digo.

- No sé Omar, 

es como que siempre estamos a fin de mes.

7.9.14

EL DIMINVTIVO DE LA MADRE

Es una cosa rara, verla.
Esas mujeres con el pelo de seda, abajo del busto, castaño o rubio.
Ella nunca va a ser así.
Nunca vas a poder ser eso, Carmencita.

Ser el diminutivo de la madre es lo que la condiciona. O quizás no, en absoluto, porque a los efectos les gusta relacionarse con eventos que no son sus causas.

Y lo digo en serio. No podés. A mí se me escapa todo pero vos Carmencita, me importaste desde el primer momento: un enigma humano que camina y ríe a brazos cruzados.

Dicen que la primera impresión es insuficiente. Yo creo que es nuestra única posibilidad para interpretar sin promedio, antes de que la suma de encuentros interponga en nuestra visión la familiaridad. Todo está ahí, sólo hay prestar atención.

Cuando te presentaron fue como un juego de percepción encuentre el elemento que no encaja. Es que siempre se te sale un detalle. O mejor, la verdad se te sale en un detalle. Una parte de las uñas despintada. Una media de otro par. Un párpado ligeramente más verde que el otro…otros se fueron revelando… El tic en la pierna. La forma nerviosa de agarrar la cadenita y asentir cuando te hablan. De lejos seguís elegante, ¡tan propia! Fría y amable.

Nunca vas a ser como las otras chicas. Quiero que lo entiendas. Quiero que lo entiendas porque no me gusta que te engañes así. Casi me engañas a mí.

Vas y desde tu trajecito blanco, apretás el cigarrillo con una fuerza que no ví nunca en las mujeres de la casa. Que tampoco fuman, creo. Las otras. Las otras no tienen que hacer ningún esfuerzo, salen así. Vos siempre vas a ser el nuevo rico del barrio, el colado en la fiesta, el convicto buscando trabajo. Algo ahí, de prestado, agarrado con cinta. Una medida de la improvisación que fue quedando.

A la gente se le nota. No hace falta saber, pero se puede separar. Si pusieras a uno de esos niños pobres al lado de tu hijo, te darías cuenta Carmencita. El gris del trabajo y el dorado de bronceado son tan diferentes, que yo ya no sé si es el mismo sol.

Y después está la valija. 

Andás de un lado al otro con la valija en un sistema anfibio, nómade y feudal. Cuando uno tiene millones de cosas se hace una casa y la deja en un lugar. Pero vos no tenés casa y esa es la primera cosa. Se te nota, de alguna manera imperceptible, se nota. Como lo del sol en los pobres niños - sí Carmen, porque son pobres niños y no niños pobres.

Pero qué sé yo.
Hoy andás de vestido amarillo.
Inundás toda la casa del tío Víctor.
Estás de una soberbia radiante y aún en el piso,
hay patadas para él que quiera levantarte.

Me dan ganas de ponerte en evidencia pero lo que en verdad quiero es abrazarte. Decir todo va a estar bien. Sé que levantarías las cejas y saldrías con un par de bromas. Y te juro Carmencita, aún con todos los dientes perlados. Cuadrados perfectos. Juro Carmencita. Reís con una tristeza que parte las almas.

"55 Toys And Games That Will Make ’90s Girls Super Nostalgic"

1.9.14

EL DILEMA DE LA ESFÍNTER

Dedal de cerámica con motivos egipcios.  Birchcroft. Inglaterra.

Se despertó antes de que su alarma lo habilitara. De hecho, allá afuera todavía era la noche. Corrió la sábana con incomodidad y molestia, algo común entre la gente que se hace pis en la cama.

No podía entender, cómo. Simplemente sintió la humedad y prendió la luz para descubrir una aureola gigante, la ropa mojada y el olor inconfundible.

Miró a los costados...acaso alguien pudiera verlo, señalarlo. Pero nadie. Estaba solo en su casa, en su cama, todo meado.

Cuando era chico se levantaba, cambiaba  las sábanas y luego pretendía para que no se dieran cuenta. Pero se daban cuenta. Siempre se daban cuenta los malditos.

Ahora no hay nadie de quien ocultarse y tampoco la pis es la de entonces. Hoy la pis de un señor de 47 años es la que empapa el colchón, hasta derramarse en el piso.

Corrió a la ducha para enjuagarse. Que sería esto, ¿un retroceso?, ¿un temor oculto?, ¿un llamado del inconsciente? Se acordó que su madre, cuando él tenía seis años, le explicaba que los animales orinan para marcar el territorio y que las personas vendrían a ser animales.

Ya frente al espejo se miraba a los ojos cuestionándose una respuesta. ¿Esto comenzaría a pasar siempre?, ¿y si estaba con una mujer? No quería pensarlo. Mejor ni pensarlo. Una cosa es roncar y otra muy distinta… Se quedó articulando justificaciones para una posible compañera. Todas resultaron insuficientes.

En la cara se le asentó una expresión de ausencia que lo acompañó el resto de la jornada. Andaba metido para adentro, rumiando en los rincones. Quería resolver aquel misterio que no lograba entender y que siguió sin entender mientras se acurrucaba en el sillón esa noche.

Cada tanto se acuerda de la pis, pero como nunca más volvió a suceder, se confunde y piensa que fue un sueño.